
LA QUERIA
Llevo detrás de ella toda una vida. Su vida no la mía, claro está. En este caso no hablare de la vida de Liesel Meminger, sino de ella. No diré su nombre pues como el de mucha gente, es uno más en mi lista y para los mundanos como vosotros, poca importancia tendría. Llegaría incluso a sorprenderme si alguno de vosotros, simples mortales, llegase a entenderlo.
Todo en su vida era un desastre: la familia, los amigos, las clases… todo. Así que decidí acecharla. A veces pasaba días enteros con ella, otras veces incluso las noches. Me era tan fácil no desprenderme de su lado.Tiernamente la acaricie, estaba esperando el momento. Su corazón así me lo hacía saber.
El frio que me envuelve constantemente se hizo notar insofacto, enfriándola, emblanqueciendo su piel.
Una voz repetía sin cesar su nombre, mientras que ella, lo único que quería, era dormir.
Ella lo sabía al igual que yo. Nadie más parecía querer darse cuenta, pues insistían en mantenerla apartada y lejos de mí. Podía sentir su lejanía así que decidí hacer algo que nunca jamás habría hecho por otra vida mundana. La arrope entre mis brazos, devolviéndole algo del frio perdido, cual madre a su bebe recién nacido.
La vida no había sido de color de rosas para ella no había príncipes azules ni caballeros de brillante armadura, también brillaban por su ausencia los buenos reyes… es decir para ella no había nada por lo que luchar, nada por lo que seguir despierta.
Pero muy a mi pesar y juraría que al suyo también, ella acabo despertando.
Perdí esa batalla pero no la guerra, pues infinita como soy, la acecho por los rincones esperando el más mínimo destello de debilidad.